Главная

Популярная публикация

Научная публикация

Случайная публикация

Обратная связь

ТОР 5 статей:

Методические подходы к анализу финансового состояния предприятия

Проблема периодизации русской литературы ХХ века. Краткая характеристика второй половины ХХ века

Ценовые и неценовые факторы

Характеристика шлифовальных кругов и ее маркировка

Служебные части речи. Предлог. Союз. Частицы

КАТЕГОРИИ:






El duelo a medianoche 5 страница




 

 

Lo que Harry más temía era no poder encontrar la habita­ción del espejo. Aquella noche, con Ron también cubierto por la capa, tuvieron que andar con más lentitud. Trataron de repetir el camino de Harry desde la biblioteca, vagando por oscuros pasillos durante casi una hora.

—Estoy congelado —se quejó Ron—. Olvidemos esto y volvamos.

—¡No! —susurró Harry—. Sé que está por aquí.

Pasaron al lado del fantasma de una bruja alta, que se deslizaba en dirección opuesta, pero no vieron a nadie más.

Justo cuando Ron se quejaba de que tenía los pies helados, Harry divisó la pareja de armaduras.

—Es allí... justo allí... ¡sí!

Abrieron la puerta. Harry dejó caer la capa de sus hom­bros y corrió al espejo.

Allí estaban. Su madre y su padre sonrieron felices al verlo.

—¿Ves? —murmuró Harry.

—No puedo ver nada.

—¡Mira! Míralos a todos... Son muchos...

—Sólo puedo verte a ti.

—Pero mira bien, vamos, ponte donde estoy yo.

Harry dio un paso a un lado, pero con Ron frente al espe­jo ya no podía ver a su familia, sólo a Ron con su pijama de colores.

Sin embargo, Ron parecía fascinado con su imagen.

—¡Mírame! —dijo.

—¿Puedes ver a toda tu familia contigo?

—No... estoy solo... pero soy diferente... mayor... ¡y soy delegado!

—¿Cómo?

—Tengo... tengo un distintivo como el de Bill y estoy le­vantando la copa de la casa y la copa de quidditch... ¡Y tam­bién soy capitán de quidditch!

Ron apartó los ojos de aquella espléndida visión y miró excitado a Harry.

—¿Crees que este espejo muestra el futuro?

—¿Cómo puede ser? Si toda mi familia está muerta... déjame mirar de nuevo...

—Lo has tenido toda la noche, déjame un ratito más.

—Pero si estás sosteniendo la copa de quidditch, ¿qué tiene eso de interesante? Quiero ver a mis padres.

—No me empujes.

Un súbito ruido en el pasillo puso fin a la discusión. No se habían dado cuenta de que hablaban en voz alta.

—¡Rápido!

Ron tiró la capa sobre ellos justo cuando los luminosos ojos de la Señora Norris aparecieron en la puerta. Ron y Harry permanecieron inmóviles, los dos pensando lo mismo: ¿la capa funcionaba con los gatos? Después de lo que pareció una eternidad, la gata dio la vuelta y se marchó.

—No estamos seguros... Puede haber ido a buscar a Filch, seguro que nos ha oído. Vamos.

Y Ron empujó a Harry para que salieran de la habita­ción.

 

 

La nieve todavía no se había derretido a la mañana si­guiente.

—¿Quieres jugar al ajedrez, Harry? —preguntó Ron.

—No.

—¿Por qué no vamos a visitar a Hagrid?

—No... ve tú...

—Sé en qué estás pensando, Harry, en ese espejo. No vuelvas esta noche.

—¿Por qué no?

—No lo sé. Pero tengo un mal presentimiento y, de todos modos, ya has tenido muchos encuentros. Filch, Snape y la Señora Norris andan vigilando por ahí ¿Qué importa si no te ven? ¿Y si tropiezan contigo? ¿Y si chocas con algo?

—Pareces Hermione.

—Te lo digo en serio, Harry, no vayas

Pero Harry sólo tenía un pensamiento en su mente, vol­ver a mirar en el espejo. Y Ron no lo detendría.

 

 

La tercera noche encontró el camino más rápidamente que las veces anteriores. Andaba más rápido de lo que habría sido prudente, porque sabía que estaba haciendo ruido, pero no se encontró con nadie.

Y allí estaban su madre y su padre, sonriéndole otra vez, y uno de sus abuelos lo saludaba muy contento. Harry se dejó caer al suelo para sentarse frente al espejo. Nadie iba a im­pedir que pasara la noche con su familia. Nadie.

Excepto...

—Entonces de vuelta otra vez, ¿no, Harry?

Harry sintió como si se le helaran las entrañas. Miró para atrás. Sentado en un pupitre, contra la pared, estaba nada menos que Albus Dumbledore. Harry debió de haber pasado justo por su lado, y estaba tan desesperado por llegar hasta el espejo que no había notado su presencia.

—No... no lo había visto, señor.

—Es curioso lo miope que se puede volver uno al ser invi­sible —dijo Dumbledore, y Harry se sintió aliviado al ver que le sonreía—. Entonces —continuó Dumbledore, bajando del pupitre para sentarse en el suelo con Harry—, tú, como cien­tos antes que tú, has descubierto las delicias del espejo de Oesed.

—No sabía que se llamaba así, señor.

—Pero espero que te habrás dado cuenta de lo que hace, ¿no?

—Bueno... me mostró a mi familia y...

—Y a tu amigo Ron lo reflejó como capitán.

—¿Cómo lo sabe...?

—No necesito una capa para ser invisible —dijo amable­mente Dumbledore—. Y ahora ¿puedes pensar qué es lo que nos muestra el espejo de Oesed a todos nosotros?

Harry negó con la cabeza.

—Déjame explicarte. El hombre más feliz de la tierra puede utilizar el espejo de Oesed como un espejo normal, es decir, se mirará y se verá exactamente como es. ¿Eso te ayuda?

Harry pensó. Luego dijo lentamente:

—Nos muestra lo que queremos... lo que sea que que­ramos...

—Sí y no —dijo con calma Dumbledore—. Nos muestra ni más ni menos que el más profundo y desesperado deseo de nuestro corazón. Para ti, que nunca conociste a tu familia, verlos rodeándote. Ronald Weasley, que siempre ha sido so­brepasado por sus hermanos, se ve solo y el mejor de todos ellos. Sin embargo, este espejo no nos dará conocimiento o verdad. Hay hombres que se han consumido ante esto, fasci­nados por lo que han visto. O han enloquecido, al no saber si lo que muestra es real o siquiera posible.

Continuó:

—El espejo será llevado a una nueva casa mañana, Harry, y te pido que no lo busques otra vez. Y si alguna vez te cruzas con él, deberás estar preparado. No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo. Aho­ra ¿por que no te pones de nuevo esa magnífica capa y te vas a la cama?

Harry se puso de pie.

—Señor... profesor Dumbledore... ¿Puedo preguntarle algo?

—Es evidente que ya lo has hecho —sonrió Dumbledo­re—. Sin embargo, puedes hacerme una pregunta más.

—¿Qué es lo que ve, cuando se mira en el espejo?

—¿Yo? Me veo sosteniendo un par de gruesos calcetines de lana.

Harry lo miró asombrado.

—Uno nunca tiene suficientes calcetines —explicó Dum­bledore—. Ha pasado otra Navidad y no me han regalado ni un solo par. La gente sigue insistiendo en regalarme libros.

En cuanto Harry estuvo de nuevo en su cama, se le ocu­rrió pensar que tal vez Dumbledore no había sido sincero. Pero es que, pensó mientras sacaba a Scabbers de su almo­hada, había sido una pregunta muy personal.

 

 






Не нашли, что искали? Воспользуйтесь поиском:

vikidalka.ru - 2015-2024 год. Все права принадлежат их авторам! Нарушение авторских прав | Нарушение персональных данных